Saturday, January 1, 2000

Querido amigo,

Tu corres tras la pelota, empapando bajo la lluvia tus pensamientos que proliferan en parábolas e hipérboles, dando frutos que sacian apetencias inconscientes o disfrazadas de olvidos perpetuos en rincones imperceptibles; rincones que fundamentan cimientos mal diseñados para un campo de deporte que creíste de recreo y ahora, te das cuenta que, desde las gradas, te observan... Y el recreo, no es tal cosa... Es un trabajo constante que no se juzga
por el gusto, sino por el gasto... Y no es "recreo", sino "creo que es"... O "que pueda ser", si tienes suerte y el observador anónimo que obsesivo no te quita ojo pegado a sus binoculares último modelo, se olvidara de ti por un momento y tú pudieses actuar a tu antojo al amparo del anonimato temporal.

Y es que el hoy, se hace mañana y no hay distancia posible entre tus pensamientos o los de otros, cuando todo se confunde dentro del cerebro universal del ayer de todos. Que somos menos si aun se puede ser menos, pero somos más, cuando el espacio se pierde en la línea perfecta del océano besando en suave silueta un cielo imperturbable a sus caricias; pero llega el sol en rojizo descenso y entonces, sucede lo previsto: océano y cielo, un
rojo desgranado en estallidos que prolonga el esplendor sobre las aguas... Y su sangre, mi sangre, y su hechizo de fuego, el brillo de miles de ojos que por un momento dejan de soñar para sentir la realidad palpable de un sueño de otros dioses.

Y yo... Me sonrío ante las muecas de asombro de tu vecino, que se pregunta por qué tu hablas a un gato del otro lado del mapa... Y aun no le diste a él (hombre de carne y hueso) la apropiada felicitación del Año ya entrado.

Y yo... já! sonrío feliz...

Feliz Año Nuevo!

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