Saturday, September 22, 2007

Besos para un niño volador

El niño volador debe mantener sus ojitos atentos, no dejarse llevar por la dinámica tentadora de colores fascinantes y aprender a controlar sus alas aún endebles. No elevarse demasiado: los aviones surcan ese mismo cielo.


No vueles demasiado raso, que las zarpas agudas de fieras camufladas podrían alcanzarte y destrozarte; se cuidadoso, mi niño volador, no hagas piruetas en el aire hasta que tus alas respondan en rápido reflejo a tu mente voladora y tu necesidad de subsistencia tenga prioridad al afán de desplegar tus alas y surcar tus cielos.


¿Sabes? Ese cielo no es solo tuyo. Son tantos los que de él nos hemos proclamado en dueño que imposible será tu vuelo sin cruzarte con otros; y lo más arriesgado, es que todos nosotros, niños voladores, continuamos practicando hasta alcanzar la madurez, y para entonces, nuestras pequeñas alas apenas soportan nuestros cuerpos transformados.

Y tú, te transformas. Ya no eres niño; me has enviado un beso impregnado de Chanel y me gusta su aroma.

Un cuadro de Gris, del Museo del Parque, con tus labios en Chanel. ¡Cómo me gustaría colocar ese cuadro en alguno de mis muros! Pero sé que no es mío y respeto lo ajeno; así que no lo cuelgo en ningún lugar. No, he preferido acercar mis labios a ese cuadro cuando nadie me miraba y posarlos sobre la marca de los tuyos, y llevarme así, desapercibidamente, todo el roce de tu beso.

Libre ya es tu beso de todo cuadro. Libre en mis labios... ¿O acaso así te quedas aprisionado nuevamente?

Deslizo suavemente la yema de un dedo sobre mis labios y no encuentro ya tu beso. ¿Escapaste?


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Toda va por turnos...

la tristeza y la alegría se complacen en
cederse el puesto; con muy fina cortesía se dan cita y hasta en
ocasiones, a la misma hora... tan amigas, me comparten.

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Ovación y vuelta al ruedo; los pañuelos blancos salpican el aire y
tú... los ves... y piensas que se trata de una señal de socorro. No
te alarmes... no pasa nada y mi sonrisa es perenne tras la mueca
dolorosa que asomo por etapas...

El aire del desierto sopla con tal fuerza a veces, que no se puede
ver a mas de un metro... pero toda la estampa que se esconde tras la
arena volátil, asoma inmediatamente de nuevo, tras la tormenta...
sólida y persistente en lo que es... algo polvorienta, pero igual de
hermosa. Todo eso, me resulta conocido... por ello no me ahogo
tomando bocanadas de polvo, sino que cubro mi boca y espero hasta la
calma. Entonces, tranquilamente.... aspiro.

¿Sabes? el sol sale cada día para mí... viene a verme y hasta me llama
por mi nombre. Hoy, me propuso que jugase con él y al negarme, se ha
ido ofendido. Me preguntó el porqué... y solo se me ocurrió decirle
que "quien con fuego juega, termina por quemarse"; me temo que
mañana, me va a tocar quedarme entre las sombras...

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Cuarto creciente

Me compongo, fijo mis pupilas en las curvas de tus labios... observando tu sonrisa complacida, y te descubro mis pensamientos pausadamente.

Después de todo... esos deseos de vislumbrar lo que la piel suele ocultar, es tan natural para el poeta-pensador-escritor-malabarista, como para el pez salmón su nadar-volar contra corriente.

Y ahora, como un pez yo misma... me salgo de mi corriente y me zambullo en la de tus fluidos pensamientos... de cabeza, tomando primero una bocanada de aire que ha de durarme el recorrido... y quiero que el recorrido sea largo; mis propias escamas reflejan el arco iris de tus ideas... tus divagaciones... tu desnudez a flor de letra, hermosas formas en secuencias de luz y sombra, donde tanto cuenta lo que dices, como lo que callas... porque mis sentidos asimilan todo, hasta tu silencio.

El reflejo de tus sueños inconcretos, proyecta ahora una sombra contundente con forma casi descriptible... y atiendo a tu sueño... y su murmullo me alcanza entre el sonido de las burbujas que, descuidadamente, afloran de mis labios. Y me uno a ese murmullo... y no suenan voces sino ideas con ritmo y movimiento y quiero tomar apuntes para recordarlas en mi memoria y estudiarlas... y ver si había lógica en la secuencia de sonidos... y si produjeron eco en mi interior y ya siempre resonarán en mis, casi siempre, ocultos pensamientos.

Y hay ideas en tropel que se superponen... y otras que se apartan al lado porque no se sienten seguras... y esas que, desconfían del mismo significado que representan y pretenden ocultarse, avasalladas siempre, rindiendo pleitesía hipócrita a las que por instinto, saben que tendrá que aceptar todo ser viviente.

Heme aquí, idea en cuarto creciente. ¿Sabré llegar a Luna Nueva?

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Anatomía de "un beso del alma"


Los filósofos nos enseñaron a hacer distinción entre dos cosas muy distintas: la mente y la materia.
La materia, es fácil definirla... es todo aquello que tiene cuerpo sea el que sea. Como humanos, nuestro cuerpo es nuestra forma material.
La mente, la definimos como un ente existente por sí mismo y consta fundamentalmente de procesos sensoriales que se organizan funcionalmente en respuestas perceptivas y conceptuales.
El origen del concepto mente se remonta al mana o poder mágico inherente a los fetiches que según creencia antigua, se instaló o "poseyó" seres humanos. Personalmente, me inclino más a pensar que la mente es la potencia intelectual del alma.
El concepto del alma, se define en términos de sustancia espiritual que de alguna forma vivifica y anima al individuo.
El alma, la tenemos pues ligada a nuestro cuerpo, en una cierta forma de armonía, que nos garantiza la subsistencia temporal... pero transciende y permanece dentro de un mundo inmaterial que ni entiendo ni voy a tratar de definir.

¿Qué quiero decir con todo esto? Nada complicado; el presentaros la simple idea de que hay dos formas de besos:

1- Los materiales, de roces de labios, donde el goce físico es lo importante, aunque nos puede trasladar a un goce también espiritual.

2- Los inmateriales, de roces de alma, donde ese roce de almas sinceras pueden alcanzar a manifestarse activamente en nuestro organismo, produciendo un goce también físico.

Expuesto esto, me atrevo a afirmar, que si bien el beso material (de labios), tiene una fuerte importancia a la hora de manifestar nuestras emociones, presenta un cierto inconveniente: es un beso que lleva consigo una "gratificación instantánea" y que en muchas ocasiones se queda en sólo eso, el disfrute material de la forma física a través de una manifestación física.

El beso del alma, por el contrario, es un roce de almas en candidez mutua... un beso mucho más profundo, pues va a tocar la inherente espiritualidad de nuestro ser: ambas almas se regocijan por un instante en una gloriosa experiencia espiritual... y por su propia
intensidad puede afectar también a nuestro organismo con una descarga de sensaciones materiales que recorrerán el cuerpo sensitivo.



"Un beso del alma"

Despréndome de este cuerpo
que aprisiona mis sentidos;
desnuda queda el alma, libre, limpia...
y vuela hacia a ti, para acariciar la tuya
en pureza expresión de blancas ansias.

Sin cuerpo que incomode, mira lo que soy,
lo que te ofrezco:
este yo casi perfecto,
que transciende al cuerpo y la palabra;

esta sensación
que confundida con tu aire ahora te alcanza...
un invisible gozo que te inunda y te posee,
inmaterial despliegue
de un amor inmenso y permanente.

Besarse han nuestras almas,
en comunión de espíritus
que abrazados se reconocen
vivos y hermanados
en un mundo tan ajeno
a esta forma de entregarse:
todo sensación sin forma,
todo placer sin tacto.

Gozo absoluto,
comunión de almas...
Beso perfecto
sin necesidad de labios.



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