Monday, August 18, 2008

Imperfecciones del amor

Desde un principio, desde el punto del tiempo donde sus vidas habían entrelazado, él, con una delicadeza melosa y suave, le había llamado su "rosa de amor".

Y en ese intercambio de galanterías tan usual entre enamorados, ella le llamaba tiernamente, "mi durazno"

Lo que ninguno de ellos había sospechado entonces, fue el macabro final de este idilio. El, alegando que sus pinchos de rosa le incomodaban, se había esmerado durante meses en despedazarlos sistemáticamente entre sus ágiles dedos... Para luego, ya sin defensas y alejado de innecesarias pretensiones, cruelmente arrancarle uno a uno sus suaves y perfumados pétalos.

Cuando la encontré... La dulzura de un durazno destilaba entre los dientes moribundos de su amada.

Mt.

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